EL CICLISMO EN LA ESPAÑA DE HOY

Hoy necesitaba irme en bici. Entre otras cosas, en la bicicleta uno tiene tiempo de reflexionar. Mientras pedaleaba, pensaba en aquellos (maravillosos) años, cuando España vibraba con el ciclismo.

Fueron los 5 primeros años de los 90.

La era de oro del ciclismo español. Recuerdo perfectamente, que de la mano de un gigantón, Miguelón, los veranos tenían algo especial. El despertador interior de los españoles se ajustaba de manera que todos nos despertábamos para ver los 10 últimos kilómetros de la etapa. Era una tradición sagrada.

En los días de montaña, la siesta se reprogramaba para antes de comer, o para después de la etapa. Nos esperaba la batalla.

Miguel debía vencer a un tal diablo, un tipo chiquitito que subia como una moto, o a un señor elegante que mantenia el peinado perfecto después de la etapa. Embobados, los niños de aquella epoca no podíamos despegarnos del televisor.

Cada poco, echábamos mano de la biblia, es decir, de la guía del Marca del Tour, un libro indispensable para seguir la ronda gala. Coleccionábamos los cromos, indignados porque ni Indurain, ni Fignon parecían existir en la colección. España se venia abajo cada vez que Miguel adelantaba a alguien en una crono. Supongo que lo mismo pasaría antes con Perico, Ocaña, Bahamontes.

Pero el día que Miguel se bajó de la bicicleta, España explotó. Y el ciclismo voló por los aires.

Hoy tenemos que aguantar como nuestro campeón se queda sin correr el Tour. ¿Por qué?

Me temo que no es más que una vendetta al señor Bruyneel, que consiguió ganar 8 Tours, y que durante la época del gran Lance era intocable. Hasta ahora.

Si no, no se explica, porque el resto de equipos con sanciones del año pasado si que correrán. ¿Y que pasará?

Pues me temo que nada. La prensa española ofrece ahora gran cobertura a la noticia, pero pronto se olvidarán. Y es que el ciclismo ya no importa. Sin ir más lejos, pude contemplar como en el bar habitual, el pasado Tour, se juntaban para ver las etapas no más de 5 personas. El domingo, para ver a Alonso, más de 40. Y para ver la pachanga veraniega del Madrid, lo mismo. Y eso que lo ganamos nosotros.

Así pues, no nos queda más que desenpolvar aquellos albumes, aquellas guías Marca, aquellos videos de Indurain. Y recordar cuando en España era parte de la tradición ver la etapa de los Lagos, ver el Tour e incluso seguir el Giro.

Ahora, preferimos la Formula 1, la ÑBA, el Tenis, y cómo no, el Fútbol. No tengo nada contra los otros deportes, Dios me libre. Pero que levante la mano el que no se emocionó con el Alpe D´Huez alguna vez. En estos momentos es hora de recuperar el ciclismo. A golpe de pedal.

Bruno, Mieres, Asturias